viernes, 16 de agosto de 2019

Todo queda.

Fue Antonio quien, en una peya de arcilla y chamota, supo encontrar el universo delicado que, hecho pináculo, coronaría el templete. 15.000 litros de lluvia después los líquenes y los musgos reclaman la pieza como suya, viva.


 Hace ya 15 años que el cuervo aparece nítido sobre un cielo transparente. Abajo corrientes y cerros se entrelazan en su solana. Cuadro sobre vidrio y plomo, colores y líneas que, atravesadas por la luz, hacen de las manos de Sonia el vehículo de la divinidad.



Si no hubiera arte, qué sería de la libertad.
Si no hubiera artistas, qué sería de nosotras.

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